La obra más famosa de Hemingway trata sobre un muchacho, un viejo y un pez. Un muchacho dispuesto a crecer deprisa, y un viejo que trata de no resignarse a morir. Un buen día, al salir a faenar, un enorme pez se anida en su anzuelo y se produce una exagerada situación en la que el viejo es arrastrado por su presa gigantesca a través del mar.
La novela, de lectura sencilla y amena, es en realidad un retrato crudo sobre la emigración del viejo desde Lanzarote hasta Cuba, intentando arrastrase dentro de sus escasas posibilidades (por lo que la breve novela no sería más que una metáfora, una crítica encubierta). El 'viejo' es carismático, y el lector en seguida conecta con él, lo que es agradable a la hora de la lectura.
Hemingway es considerado por algunos críticos un escritor demasiado sobrevalorado. Lo cierto es que yo solo he leído tres obras suyas: 'Fiesta', 'Las Nieves del Kilimanjaro' y la que corona esta reseña, y aunque he disfrutado de su lectura, tampoco he considerado que se trate de relatos tan extraordinario cómo cabía esperar de un premio nobel de la literatura. Tal vez es posible que su estilo tan directo, altamente dialogado y poco decorado no encaje demasiado con mis gustos personales.
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