El cine francés responde con contundencia a la falta de libertad y a la repulsa social que "La vida de Adèle" causó en el séptimo arte de uno de los países con una calidad cinematográfica más cuidada y elegante. Está claro que aquel film de Kechiche marcó un punto de inflexión sin retorno, abrió una gran brecha entre la transgresión y la hermosura. Una nueva corriente en el arte en general nació gracias a la ganadora de Cannes, y ahora comienzan a nacer los frutos.
"La belle saison" recupera este espíritu liberador y necesario, trasladándonos al París de 1973, a los movimientos feministas y transformadores que se estaban llevando a cabo en ese momento, luchando contra lo gris y lo establecido. Delphine, luciendo una belleza muy natural y un físico poco habitual en el cine, deja atrás su dura vida como campesina en la granja de sus padres y se traslada a la ciudad en busca de independencia económica y real, después de que su relación clandestina con una chica en su pueblo hubiera fracasado. Allí, los engranajes del destino, la harán cruzarse con Carole, una fuerte parisina de 35 años que, junto con su compañero Manuel, lidera varios movimientos pro-mujeres, mostrando un coraje poco habitual.
Amarse en una ciudad hace que Delphine se sienta libre y poderosa, pero un revés del destino la obliga a sacrificarse y regresar a la granja para volver al duro trabajo en el campo. La distancia que se impone entre ambas es demasiado insoportable, así que Carole decide abandonar todo y trasladarse a la casa materna de la joven para permanecer a su lado. Vivirán en sus propias carnes el sabor de lo prohibido, en la Francia más reaccionaria, machista y castiza, donde se nace para sufrir, y no hay cabida para los sueños.
Delphine, anclada por la culpabilidad y su obligación de "honrar al padre y a la madre" vivirá prisionera de su situación, mientras Carole se muestra dispuesta a no dejarse doblegar. Su despreocupación y seguridad, le causará con la joven campesina diferentes problemas, con los que el amor entre ambas tendrá que lidiar.
"Estío" cuenta con todos esos ingredientes necesarios que se echan en falta en "La vida de Adèle". Se libera de los estigmas y fluye con normalidad. La relación entre las dos mujeres tiene un latido propio, y antepone la ternura a la pasión desenfrenada. El contenido sexual procura ser fiel a a la realidad, y lo consigue, endulzando los momentos más íntimos entre ambas mujeres. Pero lo más importante, sin duda, son esas conversaciones largas y sentidas, que tanto se echan de menos en su predecesora y en la aclamada "Carol", exhibiendo una historia de amor lésbica (o deberíamos decir, puramente humana) de manera real, cuidada, hermosa y dolorosa, que rompe contra todos los cánones y todas las normas establecidas.
Uno de los mejores films románticos, frescos y diferentes. Con un componente social importante: el feminismo, la lucha de la mujer, la unión a los padres, la sumisión y la ausencia de libertad. Hablamos de la década de los setenta, pero estos valores todavía son muy necesarios de recordar hoy en día.
Una joya brillante que, espero que con el tiempo, obtenga el reconocimiento y el alcance merecido.
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