Es un auténtico placer dedicar una nueva
entrada a Juan José Tur Varo, flamante escritor de su ópera prima, 'Lo que
sí quisiste hacer'. Después de reseñar la novela que, si habéis leído
la crítica, me fascinó por su multitud de matices, apenas puedo esperar
para compartir con vosotros una entrevista que, espero disfrutéis tanto como
yo.
M.B.Vigo: Bienvenido, querido Juanjo, a
'Las mentiras que escribí'.
J.J.T.V: Gracias
por tan cálida acogida.
M.B.Vigo: Se me antoja complicado definir
tu novela. He intentado hacérselo llegar a los lectores del blog de varias
formas, pero creo que lo más acertado es que lo hagas tú. ¿Qué tipo de obra es
'Lo que sí quisiste hacer?
J.J.T.V: Jajajaja,
no sabría decir, qué responder, a esa pregunta. Lo más que sé es que nació de
un impulso. Vivía unos momentos en mi vida que tal vez facilitaron que las
neuronas de la creatividad se juntaran y… pero no, lo que yo más creo es que
necesitaba decir algo, y que toda la novela “Lo que sí quisiste hacer” fue el
mejor modo que tuve de manifestarlo. Si he de adscribir un género a la novela,
pues, sobre todo aventura, pero también es una novela que toca lo reflexivo,
fantástico, y por supuesto el amor.
M.B.Vigo: Un delgadísima línea desdibuja
la realidad, el mundo de los sueños, el más allá, las alucinaciones, la
fantasía, lo veraz. Casi se me antoja un juego muy hábil. Los saltos temporales
también son comunes, llevados con cierta brusquedad pero con un orden
profesional. Está claro que no estamos ante una lectura simple ni sencilla, si
no que se trata de un esquema de sucesos elaborado. ¿Cómo fue este proceso de
creación? ¿Y por qué esta ha sido la forma que has elegido?
J.J.T.V:
¿Sorprendería mucho si ahora confesara que mi modo de escribir es “seguir la
inspiración”? Apenas tenía un plan cuando me aventuré en las primeras páginas.
Es cierto que he visto series, como Lost, y películas como “Las vidas posibles
de Mr.Nobody” –digo las que ahora me vienen a la cabeza, pero hay muchas más–
que me han marcado y quizá guiado en este estilo de escritura, y leído libros
diversos que tal vez no sean tan conocidos como “El último testamento” de James
Frey. De todos ellos, como de mi propia vida al completo, he aprendido un poco
de sentido de la humanidad, nuestras emociones y cómo repercuten estas en
nuestras realidades de un modo tan particular, desdibujándola o marcando la
jerarquía de las cosas que nos importan, modelando nuestras creencias,
acciones… personalmente, la “resurrección” y sus frecuentes regresos al pasado
y al futuro así como ensoñaciones o sueños fantásticos, son quizá una analogía
a lo que yo consideré que en el momento de empezar la redacción de la novela
era mi propia vida, mis problemas, la superación de los mismos, y los deseos
conscientes como inconscientes.
M.B.Vigo: Hablemos de
tu protagonista, el joven de mil nombres. Y digo esto porque, hasta casi
acariciando el final, no conocemos su nombre real. ¿Por qué es tan importante
mantener esta incógnita? ¿Qué implica este acto tan curioso y, a la vez, misterioso?
J.J.T.V: No
puedo confesarlo, sería injusto para quienes desearan empezar a leer la novela,
perdería mucha gracia la revelación tanto del nombre como del motivo más
consciente para mí de habérselo otorgado. Sin embargo, puedo añadir un dato que
me parece muy interesante compartir, y es que, por sorprendente que pueda
parecer, esta novela avanzó con vientos de improvisación. A ciencia cierta, no
puedo prometer por qué punto de la redacción estaba cuando decidí otorgarle ese
nombre. Véase en esta confesión mi fidelidad a mi instinto: cuando comencé a
escribir, mi razón ya me hizo establecer a “Lo que sí quisiste hacer” un final;
sin embargo, a la hora de terminar esta historia, el corazón me empujó a
redactar algo que en absoluto se parecía a lo que, digámoslo de algún modo,
había planeado.
Respecto a qué
implica este modo de alejarlo de su realidad más inmediata… implica tal vez el
reflejo de lo que yo mismo sentía al escribir su historia, esto es,
desconcierto. Ni el protagonista ni yo sabíamos realmente quién era él, de qué
color era su corazón y cuáles recuerdos determinaban más su alma. Lo que los
dos sabíamos eran las ganas que sentíamos, especialmente él, por encontrarse. Y
es que la obra entera va sobre eso, como reza el título, sobre lo que desea ser
y hacer.
M.B.Vigo: No es, sin embargo, la búsqueda
de su identidad lo que tortura al protagonista. La imagen de un amigo, un
colega, parece grabada a fuego en su mente, así como un cúmulo de sentimientos
explosivos que apenas lo abandonan. Podríamos decir que el argumento principal
se centra en 'encontrar' a ese novato de los ojos bicolor. ¿Quién es realmente
Él? Deduzco parte de alegoría, parte de realidad, una combinación de ambas.
J.J.T.V: Dios
santo, apenas puedo responder a eso. Las cosas claras pertenecen al hilo de la
razón, como un nombre, una fecha, etc.; pero la existencia de ese novato es
claramente, en el protagonista, algo emocional. Un deseo, sueño, emoción,
pensamiento multisensorial… eso es él, y procurar definirlo es un ejercicio
poco constructivo, a mi parecer, pues es mucho mejor sentirlo. Hay historias, o
cosas, que más que entenderlas, hay que sentirlas, vivirlas y disfrutarlas.
Quizá suene a excusa, a que no sé del todo responder a qué supone realmente el
chico de ojos bicolor al personaje principal de esta historia; así es, como
algo emocional que es, explicarlo no tiene sentido, pues mi idea es que cada
persona que tenga las ganas de aventurarse en esta historia experimente sus
propias emociones, sin guía ni identidad, y que deje fluir, desde el corazón,
su propia imaginación emocional.
Cuando escribes
“Él”, entiendo que te refieres al vínculo. Tengo mi propia metafísica
cristiana, mi concepto de divinidad, de lo que podría hablar largo y tendido.
Pero centrándome, creo fundamental aclarar –que no del todo– el papel que juega
ese chico en la obra, más que hablar de, lo dicho, mis creencias.
En fin,
procurando ser fiel a mi estilo poco revelador, solo diré que el muchacho es
una pieza clave en esta historia. El lector va descubriendo qué hay exactamente
en él que le une al protagonista, y lo que considero divertido es que el último
va al mismo ritmo en esa búsqueda.
M.B.Vigo: En la faceta más personal de la
obra, ¿Por qué tiene contenido autobiográfico? ¿En qué puntos o aspectos te
puedes identificar con tu protagonista y con su viaje?
J.J.T.V: Mi
editor, amigos íntimos, familia, etc., están de acuerdo en que el protagonista
y yo compartimos muchos rasgos de personalidad. Lo admito, es cierto que lo
ideé para sentirme muy identificado en él. Algunos puntos de la obra son poco
distintos a experiencias que mismamente he vivido. Perdí un abuelo que
consideraba alguien especial, pasé por unos problemas de ánimo en unas fechas
parecidas a las que atravesó el personaje también, y algunos pasos de la
historia, como esa “resurrección”, son analogías –admito que algo fantasiosas o
brutales– a aspectos parecidos en mí.
Volviendo a la
resurrección, yo la asumo con un nuevo vuelo del Ave Fénix, o morder el polvo
para levantarse y correr más rápido. A veces, el sabor agrio es el mejor modo
de apreciar lo que sí es dulce, o por hablar de un modo menos metafórico:
pasarlo mal hace que realmente aprecies lo que es vivir bien, que quieras y
cojas valor para atreverte a ser feliz –porque requiere valor, entre otras
cosas–. Tanto él como yo queríamos ser más fieles a nosotros mismos, más
felices y menos rigurosos. Es… complejo hablar sobre todo esto, pero termino mi
contestación con una frase que repito algunas veces en la obra: “estamos destinados a la felicidad”.
M.B.Vigo: Gran parte de la obra se
desarrolla en Madrid y, en menor medida, en Melilla. Supongo no equivocarme si
digo que esos dos lugares significan algo para ti, de algún modo u otro...
J.J.T.V: Sí.
Nací en Melilla, y viví hasta que fui a estudiar a Madrid. Ahora, ya terminado
el grado en Psicología, me siento a medias madrileño como melillense. No
obstante, los emplazamientos no son algo que, en comparación con lo que percibo
que concierne a la mayor parte de la gente, me importen demasiado. No quiero
adelantar parte de la obra, pero para hacer esta idea más clara, quiero señalar
algo que creo haber construido en la novela, y es que el protagonista piensa a
menudo en estos dos lugares, y los siente a raíz de las personas que sabe que
viven en cada uno de esos sitios. A él poco o nada le importan los espacios
físicos, lo que le gustan son las personas, y si las ciudades le provocan una
emoción es a raíz de la empatía que posee con quienes, de un modo u otro, sí
tienen más patria terrenal.
M.B.Vigo: Se trata de una obra rica en
temática, pero una de ellas, muy llamativa, es la relación homosexual del
protagonista. No parece tratarse de algo que torture al personaje, sino más
bien algo liberador. ¿Ha sido difícil escribir sobre ello para ti? ¿Crees que,
a estas alturas, tiene algún sentido justificar la sexualidad individual?
J.J.T.V.: He
tenido mis etapas de mayor y menor aceptación –he sido y soy cristiano, en
ocasiones eso me ha perjudicado. En absoluto ahora, es más, precisamente mi
modo de profesar la fe hace que esté muy seguro, orgulloso, feliz y me sienta
muy natural con lo que siento. Mi mayor héroe defendía que a veces delegamos lo
principal para cumplir lo secundario y absurdo, que obramos de un modo
hipócrita, y lo esencial del cristianismo es no negarnos al amor– pero
sorprendentemente es una de las cosas que menos absorbo con mi subjetividad y
más libero a la objetividad. ¿Qué quiero decir con esto?, pues que el asunto de
la homosexualidad aquí lo alejo –en parte– de lo que yo pueda opinar o sentir
respecto a él. Digo “en parte”, porque lo que creo profesar hacia la diversidad
sexual lo considero una actitud objetiva, constructiva, humana y natural.
No quiero
justificarme desde la Psicología, sino desde el propio sentido común: cualquier
modo de amar que no sea intrínsecamente dañino, pero sí correspondido,
funcional con la vida de las personas es, siento la redundancia, un modo de
amar. Como tal, lo que uno siente son mariposas en el estómago, grata
felicidad, momentos de desesperación, locura y como antes has citado,
explosiones de emociones.
Con mi escrito
no deseaba reivindicar nada, pero sí ser fiel a mí mismo, y he preferido
relatar un modo de amar que, aun no siendo el más común, es totalmente válido y
capaz de reportar la mayor de las felicidades a las personas que tengan la
suerte de caer en esas redes. En las del amor.
M.B.Vigo: La religión es muy importante en
tus páginas, vital diría yo. La presencia de Dios y de su Amor se menciona
recurrentemente en las conversaciones y monólogos interiores. Es, cuanto menos,
impactante que la homosexualidad aparezca de la mano del cristianismo. ¿Qué
podrías hablar sobre este matiz? ¿Puede la Biblia unirse a esta libertad de
amor?
J.J.T.V.: Arriba
he hecho mi pequeña mención. A ver… no soy un estudiante de la Biblia a
ultranza, más bien he cogido del cristianismo lo que he considerado primordial,
y lo he defendido a capa y espada. Creo que el no tolerar un modo de amar choca
con el propósito más fundamental de esta religión: amar. Puede que el
cristianismo real diste mucho de mi modo de atenderlo, pero ese no me interesa,
ni a mí, ni a la mayor parte de las personas que trabajan por construir una
humanidad mejor, y personalmente creo que a Cristo tampoco.
Respecto a mi
educación religiosa, creo que lo más hermoso de lo que he podido oír en las
misas, de religiosos, de personas preocupadas por la fe –como mi querida
abuela, entre otras–, es que lo fundamental es ser humilde, respetuoso… ¡pero
también feliz!, y negarse a uno mismo el modo en que Dios –o lo que resulte
ser– te ha construido, es negarse la felicidad. Para ser feliz hay que amar en
libertad. Recuerdo una profesora que me decía que la palabra “cumplimiento”
está formada por “cumplir” y “mentir”. Hay que tener una actitud realmente
cristiana, y esta no es la que tienen muchos que se proclaman a sí mismos como
religiosos, pero que censuran, desprecian, procuran controlar, e imponen
aspectos secundarios a la felicidad, amor, humildad y libertad. Opino que es
hora de recuperar los valores que realmente están señalados por Cristo, de como
dice el nuevo Papa: dejar de ser unos muermos, de dejar el pasado atrás y de no
mezclar ingredientes que no pegan ni con cola como son la política con la
espiritualidad o la soberbia con el amor.
En fin… podría
conversar largo y tendido en base a esto pero… sí que me produce mucha emoción.
Y respondiendo a tu pregunta, no solo creo que se pueden ligar el cristianismo
y la homosexualidad, creo que juntos y bien elaborados pueden facilitar mucho
más el disfrute de la vida.
Para más
interesados de cómo el cristianismo puede ligar con la homosexualidad, recomiendo
que investiguen sobre CRISMHON. He ido a algunas de sus reuniones.
M.B.Vigo: Me despierta mucha curiosidad
saber cuáles son los libros que te han inspirado en este increíble camino
literario. ¿Qué autores, o que obras, han sido tu referente a lo largo de este
proceso creativo?
J.J.T.V.: Bueno…
llegados a este punto he de decir que soy un lector peculiar, y quizá pudiera
haber devorado más libros. Poco o nada tienen que ver con mi novela, pero como
mencioné “El último testamento” de James Frey me impactó sobremanera; he leído
mucha aventura y algo de ciencia ficción donde, por lo general, se habla de
vida y muerte tocándose como temas de estudio y posible comprensión, o
modificación. “Carbono alterado”, “Las aventuras de la Dragonlance”, “Maldito
Karma” y “Jesús te quiere” de David Safier, los libros de “Juegos del Hambre”…
y más. Aunque no solo son libros los que me han inspirado en atreverme a
escribir.
M.B.Vigo: La publicación es uno de los
escollos más difíciles que cualquier autor novel debe de enfrentar. Tú has
auto-publicado con la Agencia editorial Edítalo-Contigo. ¿Cómo ha sido tu
experiencia con ellos y qué consejos podrías dar a otros escritores?
J.J.T.V.: He de
confesar que no es barato. El trabajo que me hicieron fue profesional, y tanto
el primer sitio donde llevé mi escrito como el editor que cogió el texto,
admitieron que la potencial novela valía la pena, así que seguí adelante.
Después, un
consejo que doy es ser paciente. Desde que escribí la novela hasta que se
convirtió en un libro físico, transcurrió más de un año, y la implicación que
requiere este proceso es muy elevada, y gratificante su resultado, eso por
supuesto.
En resumen:
paciencia, un poco de dinero, y muchas ganas como fe en uno mismo. Todo el
mundo tiene algo que comunicar, y bien expresado puede interesar, y mucho, a
cualquiera. Si vuestro sueño es escribir, vale más la pena ahorrar e
incrementar vuestra autoestima que rechazar la posibilidad de hacer de vuestro
deseo algo real.
M.B.Vigo: Y, para finalizar, ¿en qué
proyectos estás trabajando ahora? ¿Podremos leer en un futuro algo nuevo con tu
nombre?
J.J.T.V.: Siento
decir que dependo muchísimo de la inspiración. He escrito más cosas que esta
novela, pero nunca con la misma sensación o motivación, y eso hace que no me
involucre demasiado. También he de leer más, así se aprende a escribir, y haciendo
esto último a conocerse a uno mismo.
Y quién sabe,
puede que el deseo aparezca mañana mismo y algo he de decir a mi favor: hasta
ahora, nada que me he propuesto y deseado ha escapado de ser realizado.
Infinitas gracias por tu tiempo y tu
sinceridad a la hora de responder a estas preguntas. Te deseo la mejor de las
suertes en este camino literario.