Si Milan Kundera define su propia novela (aunque es mucho más que una simple novela) como una obra que está más allá de la filosofía y de la psicología, tratando de buscar la esencia existencial de los personajes, para los millones de lectores que se han sumergido en su lectura, será lago así como un alivio, un llanto o un desgarro sentimiento de dolor.
El ser leve de Kundera relata, con una hermosura sencilla y profunda, la vida cotidiana de Tomás y Teresa, de Sabina y Franz, de Tomás y Sabina y de Franz y la estudiante de gafas. Sea como fuere, parece que la historia que Kundera nos plantea, no es más que una excusa para exponernos una serie de cuestiones, o verdades irrefutables, en referencia al ser humano, o al no ser, en forma de capítulos breves y dinámicos, que provocan una pausa después de cada reflexión.
Y a su vez, como el mismo confiesa, se esconde detrás de sus personajes. Pues asegura que es imposible escribir sobre algo ajeno a él. A la par, haciendo que esta filosofía forme parte de los echos más ordinarios de las personas, crea un nexo entre el lector y el escritor, ayudándole a ahondar en su propio ser, en su propia levedad, o en su propio peso. De una forma puramente hermosa, tal y como si se tratase de un padre hablando con su hijo.
El análisis de la obra puede ser muy exhaustivo, y seguramente cada cual lo interprete a su manera, lo cuál es la magia de la literatura. Y al contrario que ocurre con otras obras filosóficas (lo siento, Kundera), es fácilmente entendible, sencillamente accesible, porque el autor no quiere poner barreras entre el saber y el ser.
LO MEJOR: El personaje de Teresa
LO PEOR: ¿A caso puede criticarse la filosofía?