Se anunciaba en los murales de A Coruña el re-estreno de 'Hoy: El Diario de Adán y Eva', con nada menos que con la espectacular y radiante Ana Milán, y el sensible y humano Fernando Guillén Cuervo. Faltó tiempo para que lograra adquirir mis entradas, en la mejor compañía, para asistir en el hermoso Teatro Rosalía de Castro a disfrutar de esta obra teatral, ya a expensas de que me trituraría el alma de la manera más suave y bella que es posible.
Y dado que la magia de asistir al teatro radica en que, casi nunca, sabemos lo que vamos a vivir allí dentro, tal y como si entrasemos en otro mundo, en otra dimensión, o llamalo, otra vida, no me gustaría desvelar los entresijos de la trama, ni la forma, ni la manera. Únicamente diré que nunca había visto, sentido o vivido, cosa igual.
La armoniosidad melódica de las escenas, la vestimenta, la interpretación tan pulcra e intensa, tan pronfunda que llegaba a doler. También había momentos para la felicidad, el sosiego, la evasión, como en la propia realidad... Porque Ana y Fernando llegaron a traspasar al público, que por momentos se olvidaba de respirar, haciendoles creer que todos eramos esa Eva o ese Adán, o esa Catalina y ese Felipe.
Mis mayores respetos, felicitaciones y admiración para todos los que han hecho posible que A Coruña pudiera disfrutar de un arte similar, siendo, además, a un precio más que asequible.
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