Si bien es cierto que nunca me ha gustado hacer estos balances de final de año, aquí estoy, torturándome ante la página en blanco, con la cabeza un poco embotada y los sentidos disparados. Posiblemente sea una de las semanas más duras del año para muchos, prácticamente todos. Parece que se nos obliga a mirar hacia atrás y, sobre todo, hacia adelante. Pero no sabemos lo que hay delante, por muchos planes que hagamos. Tal vez lo mejor sea cerrar los ojos y dejar que las horas transcurran.
Pero este año, este 2015, que da sus últimos coletazos y está apunto de quedarse atrás, ha sido un año importante para mí, sin lugar a dudas. Ha sido el año en el que, al fin, di por cumplido un sueño que llenaba (y sigue llenando) mis venas, que impulsa mis latidos y formó parte de mi aliento desde mi más tiernos años. Ver culiminada mi querida Marafariña, verla publicada, saber que está siendo leída, acogida y también amada por otros lectores es un gozo que difícilmente puedo describir. Cómo ha dolido y cómo he sufrido con ella, y cuánto me ha devuelto. Casi me he dejado parte de mi vida en ella, pero me la ha devuelto con creces.
¿Y ahora?
Marafariña es infinita, y aún a día de hoy no deja de darme y de darme. Y vosotros, los que estáis al otro lado de mis letras, con tanto calor y tanta calidez. Es increíble la cantidad de personas maravillosas, de amigos, que he conocido a lo largo de este año. Ha sido como una explosión, una luz en mi vida. Siempre me sentí muy sola en la literatura, la escritura era silenciosa, casi clandestina. Como he dicho en más de una ocasión, no tenía muy claro de tener la valentía suficiente de publicar Marafariña... pero vosotros me habéis arrancado el miedo, me habéis empapado de valentía y os lo debo todo, todo. Todo a los que me habéis enviado mensajes tan hermosos, a los que habéis comentado en Amazon, los que me enviáis audios por el móvil y llenáis mi muro de imágenes preciosas. Vosotros los que estáis más cerca, que me habéis visitado en mi trabajo y me habéis dado las gracias por mi libro... cuando soy yo, solo yo, la que os tengo que estar agradecida.
Sí. Creo que he crecido mucho este año, creo que me he quitado muchas espinas, muchas torturas, muchos fantasmas. Creo que me he liberado al fin, como si al acabar Marafariña, esa parte también hubiera acabado. Quizás, y a pesar de todo lo malo que han dejado estos doce meses, ha sido uno de los años en los que me he entendido y comprendido , uno de los años en los que Miriam ha cambiado completamente.
Marafariña y su marafariñesca fuerza ha llenado mi año. Y solo pienso en continuar.
En 2016 espero que, literariamente, pasen cosas increíbles. Espero que el balance dentro de un año sea incluso mejor que este. Y, espero de verdad, poder seguir siendo fiel a mí misma.
Y olvidad, queridos míos, que todas las horas mueren.
Marafariñesco Año.
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