Leí a Murakami de casualidad, por una insistente recomendación para sumergirme en la novela "Los años de peregrinación del chico sin color" y lo cierto es que estaba anhelante de poder conocer otra historia del autor, dado el absoluto sentimiento que desbordaban sus letras, esa condensación de los personajes, esa realidad latente de lo allí narrado. Trágico, sí, pero tan hermoso que dolía.
"Sputnik, mi amor" es todavía mejor, todavía más. Una novela con tintes muy filosóficos, dotada de una gran carga metafísica y, además, centrada en el proceso creativo de la escritura. Sí, ese del que tanto nos gusta leer a los que hacemos amago de escribir.
Sumire, una esperpéntica joven que ha dejado todo por dedicarse a su pasión literaria, conoce a Myû, una mujer casada y enigmática. Las circunstancias se precipitan y, casi sin darse cuenta, se encuentran embarcadas en un viaje por Europa que, sin dudas, cambiará sus vidas para siempre.
Creo que es sencillo catalogar el tema principal de la obra: el amor. Pero no sólo el amor romántico, sino el amor por lo que se crea y lo que se desea, el amor por una bonita ciudad y por una gastronomía exquisita, el amor por la música, por la soledad y por el recuerdo. Ese amor del que tanto nos habla Murakami, hablando por boca del protagonista, a veces ajeno a la trama, otras inmiscuido en ella como un ajeno deseoso de obtener algo más que ser un simple espectador.
Poca importancia tiene que se trate de un triangulo amoroso, porque lo importante a destacar de "Sputnik, mi amor" es su narrativa, tan poética y tan exquisita, plagada de metáforas y de diálogos deliberantes y hermosos. De ideales y silencios. Semeja ser un experimento extraño, con un desarrollo complejo que rompe las normas del espacio tiempo. Y sí, por supuesto, es pura hermosura, pura literatura que se convierte en oro, del que reluce de verdad.
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