‘La morada de Dios’ es una obra que invita a la reflexión y que busca ahondar en el pensamiento más escéptico del lector menos conformista. Es compleja de definir, pues bebe de muchos géneros y el estilo narrativo en el que de manera cómoda se desenvuelve el escritor es, en cierto modo, cambiante, como un camaleón, adaptándose a las ‘necesidades del guion’ en cada caso. ¿Hablamos de literatura rica en matices? Sí, mucho.
Obedece a las características típicas de una novela del ‘viajante’,
en la que el argumento principal gira en torno a un peregrinaje con un destino
delimitado pero con una meta poco precisa. El protagonista, con la mente
azotada, recurre al suicidio para liberarse. Lo que podría considerarse el
final de la vida, resulta ser el inicio de algo esotérico y fantástico a la par
que extraño y desconcertante. Comienza así un peregrinaje a caballo entre lo
religioso y lo pagano, plagado de sombras e incógnitas, con un ritmo trepidante
que mantendrá absorto al lector hasta un sorprendente final.
Como mencionaba al principio, la literatura de José M. no es
nada al uso. Se trata de un abanico de recursos rico, colorido y personal. Con tintes
de novela íntima, acción, aventuras y, por supuesto, religiosa, puede presumir
de una escritura suave y tibia, abundante en diálogos pero también en partes
más monologadas para hacernos llegar de forma cercana y realista los entresijos
del pensamiento de nuestro protagonista.
Precisamente, cabe señalar que podríamos decir que se trata
de una trama muy individualizada. Se centra en torno al personaje principal, y
los demás no son más que meros acompañamientos sin relevancia destacable. Tal característica,
que suele ser algo más bien negativo, permite enfocar con nitidez los sucesos y
centrarse en el racionamiento humano más espiritual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario