Un joven cantante de folk malvive en el Greenwich Village. Sin dinero, ni casa, consigue dormir en los diferentes sofás de sus conocidos y amigos. Su única vía para conseguirse un sustento es tocar en pequeños garitos por un puñado de dólares. Un día, en busca de suerte, viaja a Chichago para hacer una prueba ante un conocido magnate de la música.
La película, premiada en el festival de Cannes por el Gran Premio del Jurado, trancurre de manera plana, algo surrealista y dentro de sus limitadas posibilidades. Limitadas porque los personajes no llegan a cuajar, y porque la historia no llega a desenvolverse en ningún momento. Soporífera por momentos, amenizada por buenas canciones, con todos los ingredientes esperablemente típicos de las "Road Movie". Únicamente recomendable para los fanáticos de este tipo de películas y los que disfruten con la música folk más pura.
LO MEJOR: La interpretación de las canciones y el gato (aunque se presencia es forzada).
LO PEOR: Su inconcluente final.
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