Descubrí, después de leerme La mensajera de los sueños imposibles, que El amor huele a café era la primera y aclamada novela que Nieves García Bautista había publicado, por lo que inmediatamente, y después del buen sabor de boca que me dejaron sus letras, la apunté en mi interminable lista de deseos.
El amor... es una obra completamente diferente, con un original argumento de historias entrelazadas con un punto en común: El Confidente de Melissa. Un esquema similar, tal vez inspirado, en la famosisíma y aclamda novela de Camilo José Cela, La Colmena, que se vale de el Café de Rosa para concentrar a sus personajes. Si el famoso escritor utilizó este método para reflejar la sociedad de aquel entonces, Nieves García hace algo similar.
La novela es una radiografía de la vida y peripecias de unos personajes principales, muy diferentes entre sí, y con existencias muy dispares, que simbolizan al mismo tiempo, diferentes edades y sectores de la sociedad (y lo hace de forma múy hábil, muy amena). Así, de esta forma, la escritora nos acerca la vida de Adela, el personaje principal, una psicoanalista absorbida por su trabajo para huír de su propia vida; a su padre, Joaquín, un tosco anciano que cuida con cariño de su nieto Mateo, mientras intenta sobreponerse al fallecimiento de su esposa; Raquel, amiga íntima de de Adela, y que representa la cara más despreocupada y esperpéntica; y por último, Helia, que es el único personaje que no tiene relación directa con Adela, una estudiante de literatura profundamente acomplejada.
Constantemente, la trama, que transcurre en unos pocos días, va avanzando en fragmentos cortos entre unos y otros, que se desarrollan por parelalamente y de forma harmónica. Cabe destacar la importancia de la psicología para la autora, quien se preocupa por revelarnos, en todo momento, el estado anímico (que es, en su mayor parte, inestable y hasta trágico) de sus protagonistas, y como son capaces de afrontar los escollos que se interponen en su camino.
Después de demostrar pues, la sobresaliente facultad de Nieves García para desarrollar personajes diferentes y darle la oportuna profundidad, hay que señalar la frescura y soltura de su literatura. Una forma de narrar cercana al lector sí, pero tambien muy íntima y muy personajes, que navega en los sentimientos, con diálogos muy bien estructurados y desarrollados.
En cuanto a la localización, llama la atención que, al contrario de lo que sucede en La Mensajera de los sueños imposibles, no conocemos el lugar exacto (ciudad, pueblo) en el que desarrollan los hechos, y tampoco se exponen descripciones sobresalientes de la localización. Esto juega a favor de la imaginación del propio lector, quien puede extrapolar los hechos y vivencias a su propio entorno, lo que provoca aún una novela más cercana y más próxima. Más humana, tal vez.
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