Hay grandes joyas del cine que, sencillamente, desconocemos. Y que llegamos a topar con ellas por caprichos caprichosos del destino, ese que dicen que no existe, y que probablemente sea cierto. Desconocía completamente la extistencia de este extraodinario film, que se cataloga como Cine de Culto Nuevozelandés Ultraindependiente.
Navegaba yo por el portal de cine Filmin (un lugar donde se pueden ver infinidad de títulos, sobre todo de cine menos comercial, por un precio que oscila desde 1€ a 3€), y en el que suelo buscar pequeños tesoros desconocidos. Pasando con cierta parsimonia infinidad de portadas, me pareció reconocer a un jovencísima Kate Winslet, lo que me resultó extraño. Por pura curiosidad, me metí en la ficha de la película y me llevé una extraodinaria sorpresa.
Sí, en efecto, se trataba de una jovencísima Kate Winslet (Titanic, Revolutionary Road, El lector...). De hecho, se trataba del debut de esta gran actriz en el mundo del cine. Y, para más inri, de la mano de nada más y nada menos que de Peter Jackson (El Señor de los anillos, King Kong), una época en la que aún se dedicaba a rodar films más independientes que aspiraban a hacerse un hueco en la gran pantalla. La otra actriz protagonista, Melanie Lynkey, pudimos verla en numerosos papeles secundarios (El bar coyote, Up in the air...).
La película data del año 1994, y está basada en hechos reales acontecidos en la ciudad de Christchurch (Nueva Zelanad) entre los años 1950 y 1953. Cuenta la historia de Pauline, una chiquilla tímida y cohibida de catroce años, nacida en el seno de una familia humilde. Pauline, traba amistad con una nueva compañera de su colegio, una exótica y vivaz británica llamada Juliet (he aquí el debut de Winslet). Ambas empiezan a unirse por unos lazos muy estrechos que traspasan el límite de una inocente amistad, y comienzan a crear un mundo de fantasía propio e íntimo, mientras trabajan a la par en una novela.
Obviamente, la película trata el tema de la homosexualidad, considerada aún por aquel entonces una enfermedad terrible (incluso peor que la tuberculosis que sufre la pobre Juliet). Pronto, las dos jóvenes, que comparten momentos realmente exquisitios, con escenar poderosamente bellas y diálogos asombrosos, se ven confrontadas con la realidad que les toca vivir: Sus padres se oponen completamente a esa amistad que consideran insana.
El film es complejo, y esconde tras de su aparente inocencia, un mundo de simbología, con una banda sonora espectacular y hermosa; y unas interpretaciones sencillamente increíbles. Juliet y Pauline, que son ajenas a todo lo que las rodea (o quieren serlo), exploran hasta la saciedad los sentimientos que las unen, entre el mundo de fantasía y los problemas que las aquejan. Sobreviven entre el dolor y la felicidad que sienten al separarse y al unirse, y poco a poco desarrollan una unión que nada parece poder romper.
Y hasta aquí puedo leer. Simplemente magistral, simplemente una obra maestra, simplemente perfecta. Os animo encarecidamente a que la disfrutéis y la viváis, pues se trata sin duda de una de las imprescindibles para los amantes de Séptimo Arte y, ¿Por qué no? de la vida misma. Y el amor.
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