Meryl Streep arrastra tras de sí multitud de éxitos, la mayor parte de ellos desarrollando personajes variopintos, diferentes, fuertes y débiles, muy femeninos, o no tanto. Tal vez malvados, tal vez bondadosos. Lo que si que es cierto que la actriz casi siempre consigue dejar a su paso su aroma de merecido Oscar, convirtiéndose en una imprescindible en las nominaciones anuales.
Títulos que nunca olvidaremos los amantes del cine, ni los amantes de la vida, como Memorias de África, Los puentes de Madison, Las Horas, El Ladron de Orquídeas, La Dama de Hierro o la reciente Agosto son de los que nuestra amigable Meryl puede presumir. Y no obstante, entremedias, nos encontramos con pequeñas joyas de este calibre, suaves, que proviene del cine más emocional, de éste que tan sólo quiere contar una historia a quien la quiera escuchar. Acompañada, en este aventura entre cocinas, por la preciosa y tierna Amy Adams (The Fighter, Golpe de Efecto, On the road, La Gran Estafa Americana y futura apuesta de Tim Burton en Big Eyes), y que puede ser una digna sucesora de Streep, que se trata de una joven treiteañera que se propone escribir en un blog como se reta a sí misma a escribir las recetas del libro de cocina de la prestigiosa cocinera Julia Child.
Una película sincera, sentimental. Aún así, tal vez se podría señalar no profundiza demasiado en los personajes, dejando ver de ellos tan sólo una parte de ellos, dejando la otra escondida en las sombras. Los personajes secundarios dan vida y diversión al film, aunque no terminan de conseguir en ningún momento tener el peso suficiente. Hay historias paralelas que no autoconcluyen, se disipan y eso hace que la película pierda parte de su encanto, características que la alejan de una mayor cualificación.
Muy recomendable para pasar un rato agradable, sonreír, emocionarse, y conocer una nueva forma de cocinar.
LO MEJOR: La historia paralela y la interpretación estelar de Streep.
LO PEOR: Se pulen poco los detalles de las tramas secundarias.
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