La trama argumental de Ashford Park se desencadena cuando la anciana abuela Addie pronuncia el nombre de <Bea> de sus labios, en lo que parece un delirio sin sentido. A partir de ahí, empezará a desenterrarse por parte de su nieta, la desequilibrada abogada Clementine, y su familiar político Jon, una serie de sucesos que trastocan completamente el pasado familiar.
Paralelamente vamos conociendo más sobre el pasado de Addie, con constantes flashback a su pasado, desde Manhattan, hasta Kenia, pasando por Inglaterra. Al mismo tiempo, regresamos a la actualidad de Clementine en Nueva York, personaje que no termina de evolucionar de forma fluida a lo largo de la historia.
El punto fuerte del que puede presumir las páginas de Ashford Park es en el momento de relatar hábilmente la vida de Addie, personaje en el que recae el peso de la historia. Sin embargo, éste se desarrolla de forma vertiginosa, a veces enredándose en detalles sin importancia, y pasando por alto otros más vitales. Cuando nos encontramos leyendo las líneas que pertenecen a la actualidad, la narración decae notablemente, sin que el personaje de Clementine llegue a encajar con la historia, al menos no del todo.
A pesar de esto, no es una mala novela, aunque tampoco es sobresaliente. Se deja leer, incluso se le toma cierto cariño. Pero es de éstas que se olvidan fácilmente.
LO MEJOR: El personaje de Addie.
LO PEOR: Es predecible y tópica.
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