Poco conocida es la novela de "Las horas" de Michael Cunningham, premiada con el Premio Pulitzer en el año 1999; pero casi todo el mundo habrá oído hablar de la película que lleva el mismo título, protagonizada por Nicole Kidman (como Virgnia Woolf), Meryl Streep (como Clarissa Dalloway) y Julianne Moore (como la señora Brown).
He de reconocer que supe de la existencia de la novela de casualidad, y no tardé ni unos pocos minutos en hacerme con ella. Había creído que "Las horas" era una adaptación de "La señora Dalloway" de Woolf, desconocía la existencia de esta fascinante obra literaria, como pocas he tenido la suerte de leer a lo largo de todos estos años, tantos años. Desde su comienzo, hasta su final, me resultaba hasta doloroso apartar la vista de las letras, tan plagadas de hermosura, sentimientos, con una prosa superior, y un dominio del alma humana increíble.
Tres mujeres, tres tiempos y tres historias. Todas ellas desarrolladas en un único día, de su mañana hasta al caer la noche. Es un homenaje a la mujer: a la mujer que escribía, a la mujer que leía y a la mujer que vivía. Es un recuerdo fulminantemente radiante de Virginia Woolf, un reflejo del proceso creativo que terminó por destruirla, un análisis certero de la terrible enfermedad que sufría. Y es un reflejo moderno de lo que puedo haber sido la señora Dalloway, una mujer que organiza una fiesta, que está plagada de pasado, que sufre el peso tan duro de los recuerdos. Y es la señora Brown, un ama de casa atormentada por el poco dominio de sí misma.
Qué difícil es leerla, y qué difícil es sentirse identificado. Expresa la amargura, el bloqueo que a veces, ese dolor, ese sufrimiento, ése que no se sabe de dónde viene, pero te hunde, y no te permite vivir. La mente de Virginia, Clarrisa y Laura sufre, sufre tanto que resulta imposible ponerse en su piel si se desconoce tal sentimiento. Es un sufrimiento que nace de sus entrañas, de no poder asimilar la vida, o no la vida cómo debe ser considerada. Planea Cunningham un reflejo crudo de la anodina rutina, el silencio del hogar y la inmensidad de estar en soledad por un momento.
¡Qué difícil! ¡Qué difícil se puede antojar comprender la narrativa de "Las horas"! Encontrar la belleza en cómo se friegan los platos, o se van a comprar flores, o se prepara un pastel. Encontrar la razón de ese beso tan robado como prohibido. Encontrar el deseo inherente de libertad de tres mujeres encadenadas a sí mismas.
Creo que cualquier lector, cualquier persona, se deleitará con la lectura de esta obra maestra única, inteligente, cruda y dulce. Una auténtica joya de vida, inolvidable.
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