Los relatos cortos son los grandes olvidados de la literatura. O, sino olvidados, tal vez no tan bien considerados. Resulta más difícil enfocarlos la público, hacerlos llegar, demostrar frescura y aportar algo diferente. Parecen no tener tanto valor estas pequeñas historias que nos pueden amenizar el desayuno o la espera en la parada del autobús. Pero esto es un error: en los cuentos breves, un autor puede demostrar su destreza y habilidad con las palabras, su agilidad a la hora de crear personajes vivos y su facultad de finalizar un argumento dado.
Isaac Pachón, con buen gusto, con dedicación y talento, ha auto publicado una colección de relatos breves con el sugerente título "Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café". Con esa premisa que, estoy segura, incumple mil y una normas establecidas sobre qué título es adecuado ponerle a una obra. Pero a este joven autor indie parece haberle funcionado bien porque es, precisamente, ese toque desenfado y urbano lo que puede calificar a este libro, una pequeña joya, que me veo en la obligación de recomendar.
La temática de estas historias oscila entre retazos de locura, ciertos toques de realismo mágico, la familia, el amor, los entresijos rutinarios. La fórmula más común de la que se vale el autor es sacar partido a las trivialidades de la vida común. No le es necesaria una grandilocuencia, ni un esquema de sucesos enrevesado o complejo. El simple ambiente familiar le resulta suficiente para ahondar en factores psicológicos que el ser humano presenta en la situaciones a las que debe enfrentarse en su día a día.
El niño imaginario puedo considerarlo como un de los relatos más extraños y originales de esta colección, enfocándose al hecho de ser padres. ¿Tal vez encaja cierta crítica social? Eso deja entrever, pero no se esclarece del todo. En El contagio muestra una vena literaria más enfocada al humor ingenioso, bastante vivo a lo largo de las composiciones. El gran Loussini es, por ejemplo, un historia con un fuerte contenido descriptivo sin resultar denso y un final apabullante que deja al lector en un extraño estado silencioso. Los libros que nadie quiere leer tiene un cierto aire a La sombra del viento de mi admirado Zafón.
Salta a la vista, pues, que se trata de un trabajo muy elaborado, enfocado a encontrar un final que sorprenda a aquel que lo esté leyendo. Por su brevedad, su lectura puede finiquitarse en una tarde, o disfrutarla a ratos cortos debido a su ligereza. En cuanto al narrador, aunque varía, tiene algo en común que hace recordar al propio escritor. Una voz generalmente masculina que ronda la treintena y que muestra, en ocasiones, cierto desasosiego.
En definitiva, una obra independiente de una calidad editorial. Dinámica, fresca, cruda y real. Pequeñas muestras de ingenio de un autor que promete, y mucho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario