Flamante ganadora del Premio Pulitzer de 2015, "La luz que no puedes ver" de Anthony Doerr es una novela de ficción ambientada en la Segunda Guerra Mundial. Un tema, por una parte, bastante recurrente y explotado tanto en el mundo del cine como en el de la literatura. Tal vez fue este el motivo por el cual me demoré tanto en decidirme a empezarla.
No se pueden negar la existencia de ciertos tópicos que utiliza el autor para sentirse más cómodo. Sin embargo, no es algo que resulte demasiado molesto. Hay algo que llama más la atención: una narrativa ágil, diferente, muy hermosa (pero que muy hermosa). Las más de seiscientas páginas se devoran con apremiante facilidad. Y es que la estructura está marcada por capítulos más o menos breves, o muy breves, que van moviendo la trama de forma caprichosa pero muy ordenada.
El argumento se centra principalmente en dos personajes: Marie-Laure, una niña parisina que vive con su padre cerca del Museo de Historia Natural, donde él trabaja; y Werner, un muchacho huérfano que vive en un orfanato con su hermana y presenta unas dotes peculiares para arreglar radios estropeadas. La vida de ambos avanza muy alejada y de forma paralela. Marie-Laure es aquejada por una repentina ceguera poco antes del estallido de la guerra, lo que la sitúa en una situación muy complicada. Ella y su padre se ven obligados a refugiarse en la ciudad amurallada de Saint-Malo, junto con unos familiares. Mientras tanto, Werner pasa a formar parte de las Juventudes Hitlerianas. Sus habilidades para las matemáticas y la radio no pasarán desapercibidas, y serán usadas para fines muy alejados de sus intenciones más íntimas.
En la novela se reflejan dos temas que el escritor tiene muy en cuenta: los libros y la radio. Los libros, escritos en braille, alivian el alma sofocada de desgracias de Marie-Laure; la radio, mueve las intenciones y las esperanzas de un apagado Werner. Es curioso como ambas pasiones se unen en un punto dado de la novela. Son el faro, la luz que ninguno de los dos puede ver, pero ahí está, latente, guiando y protegiendo sus pasos.
Las letras parecen escritas con cenizas. La amargura y el desencanto está latente en cada una de las páginas, lo que trasporta al lector a un momento negro, muy negro, de la historia de la humanidad. Es tan terrible lo aquí sucedido, que se produce cierto vacío en los sentimientos de ambos protagonistas. No logra a transmitirse su verdad, su interior, está demasiado silenciado por los bombardeos, el hambre y la muerte. Como una canción sin melodía.
Es una digna ganadora del Premio Pulizter, pero cómoda. La temática llama al drama intencionado, y los protagonistas se encuadran dentro de los lugares correspondientes que la trama exige. Como he mencionado, destaca un muy buen manejo de la narrativa, muy cercana, a ratos poética, que refleja la inocencia de dos mentes que carecen de maldad.
En la novela se reflejan dos temas que el escritor tiene muy en cuenta: los libros y la radio. Los libros, escritos en braille, alivian el alma sofocada de desgracias de Marie-Laure; la radio, mueve las intenciones y las esperanzas de un apagado Werner. Es curioso como ambas pasiones se unen en un punto dado de la novela. Son el faro, la luz que ninguno de los dos puede ver, pero ahí está, latente, guiando y protegiendo sus pasos.
Las letras parecen escritas con cenizas. La amargura y el desencanto está latente en cada una de las páginas, lo que trasporta al lector a un momento negro, muy negro, de la historia de la humanidad. Es tan terrible lo aquí sucedido, que se produce cierto vacío en los sentimientos de ambos protagonistas. No logra a transmitirse su verdad, su interior, está demasiado silenciado por los bombardeos, el hambre y la muerte. Como una canción sin melodía.
Es una digna ganadora del Premio Pulizter, pero cómoda. La temática llama al drama intencionado, y los protagonistas se encuadran dentro de los lugares correspondientes que la trama exige. Como he mencionado, destaca un muy buen manejo de la narrativa, muy cercana, a ratos poética, que refleja la inocencia de dos mentes que carecen de maldad.
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