"Los ciudadanos estamos tan “infoxificados” -este término me encanta-, que nos hemos convertido en meros lectores y replicadores de titulares."
Mujer, periodista, irreverente y rompedora. Tiene una sudadera de Totoro, unas gafas de pasta y una mirada enigmática. Ha conquistado a un buen número de fieles seguidores en su portal de crítica social y política "Lo Claro Rompe". Fresca y diferente, hoy nos visita en "Las mentiras que escribí" Carmen Sereno.
M.B.Vigo: Bienvenida, Carmiña. Todo un gusto tenerte en el Blog,
¿Preparada?
C.S.: Intentaré estar a la altura, ya sabes que tú me
impones mucho…
M.B.Vigo: Necesitamos una definición, pero
prefiero que lo hagas tú misma. ¿Cómo se define Carmen Sereno, la mujer que
está detrás de "Lo Claro Rompe"? ¿Quién está detrás de sus atrevidas
entradas y su desafiante compromiso socio-político?
C.S.: Uff, definirse a uno es mismo es
complicado, casi un reto para mí, pero ya que me lo preguntas, te diré que me
considero una persona muy inquieta y curiosa, una auténtica esponja, con un
carácter muy fuerte e híperemotivo a la vez, espontánea, apasionada, un tanto
irreverente y desvergonzada, y entusiasta del mundo que nos rodea, con el que
me siento comprometida y del que a veces reniego. Ah, es que también soy
bastante contradictoria.
M.B.Vigo: Hablemos precisamente de ese
proyecto, de ese lugar de Internet en el que te despachas a gusto sobre lo que
te apetece decir, o lo que necesitas decir. ¿Desde cuándo existe? ¿Cómo has
conseguido hacerlo florecer?
C.S.: Lo claro rompe es un proyecto que
cocinamos entre mi pareja y yo a finales de 2015 y que vio la luz en enero de este
año. Teníamos claro que el contenido y la estética del blog debían hacer honor
a su nombre, que en el fondo es un claro reflejo de mi personalidad y de mi
manera de ver las cosas. En el blog no hay imágenes por una razón: Queríamos
que el lector se centrara única y exclusivamente en la palabra, y para eso
hacía falta un contenido distinto a lo que estamos acostumbrados a encontrarnos
en la red, directo, descarnado, a veces satírico y sin complejos. Algo que
conectara rápidamente con el lector. Muchos de mis seguidores me dicen: “Has
conseguido ponerle palabras a lo que yo pienso”. Y eso para mí significa que he
cumplido el objetivo que me proponía.
M.B.Vigo: Muchos de los lugares de la web
donde los autores se explayan, sin tapujos, se escudan bajo un nickname,
un seudónimo, protegidos porque el siempre seguro escudo del anonimato.
¿Carmen Sereno es una chica valiente que no tiene nada que esconder?
C.S.: No sé si soy una chica valiente
o qué, pero a mí me gusta explayarme de frente, decir lo que pienso sin miedo a
parecer políticamente incorrecta, a generar controversia o a perder seguidores,
que ya me ha pasado. Soy lo que escribo en Lo claro rompe y me gusta ser
reconocida como tal.
M.B.Vigo: El periodismo ya no es lo que
era. Muchos valores se han perdido. Parece que solo interesa el amarillismo, el
conseguir vender. ¿Está reñida la veracidad y el impacto con el valor de la
información? ¿Crees que pueden confluir la función de informar con la ética
periodística?
C.S.: Me gusta que me hagas esta pregunta,
porque ahora viene cuando me indigno y me quedo más a gusto que Dios. Mira, el
periodismo está viviendo una crisis de valores absoluta. Hay muchos factores
que desprestigian cada vez más a la profesión. Internet, a pesar de lo positivo
de la democratización de la información y de la pluralidad de ideas, le hace un
flaco favor al periodismo tradicional precisamente por su componente de
velocidad, que es un doble rasero, porque muchas veces, las informaciones no se
contrastan como debieran porque “hay que estar ahí”. Y los ciudadanos estamos
tan “infoxificados” -este término me encanta-, que nos hemos convertido en
meros lectores y replicadores de titulares. El ritmo vertiginoso del momento
que vivimos y el exceso de información nos impiden profundizar, nos obliga a
deglutir información sin ni siquiera poder asimilarla. Y los medios lo saben y
lo aprovechan para dictar la “agenda-setting”, esto es, los temas de los que
ellos quieren que hablemos y cómo nos debemos posicionar al respecto,
dependiendo de qué ideología impere. En este sentido, muchos medios abusan del
criterio del impacto para conseguir más audiencia o lectores, sin que la
veracidad o sea siquiera algo que contemplen como primordial. Los medios
mienten descaradamente, por no hablar de cómo escogen lo que es noticia. A mí
la crisis interna de cierto partido no me parece tema para las portadas de dos
semanas. Ni me explico qué aportan las declaraciones de la señora del quinto
diciendo “No, si parecían una pareja muy normal”. El código deontológico de la
clase periodística se basa en una premisa muy clara, que es que los hechos son
sagrados, y las opiniones libres, pero la profesión debería hacer ya un acto de
contrición y reconocer que la línea que separa uno de la otra es cada vez más
difusa.
M.B.Vigo: Háblanos de tu forma de
trabajar. Carmen Sereno se levanta temprano, se lava la cara, se hace un enorme
café y revisa toda la prensa. Estira los dedos, bosteza y se pone a hacer
sangrar el teclado de controversia... ¿Algo así?
C.S.: ¡¡Jajajajaa!! Bueno, me levanto
temprano, sí, a eso de las 7, pero antes de acicalarme meo, que soy humana, me
preparo un saludable desayuno y ese enorme café, que no falte, y mientras me lo
tomo, repaso la prensa tradicional -cada vez menos- y la digital -cada vez
más-. Todo esto lo hago escuchando mi programa de radio de cabecera, La
cafetera, conducido por Fernando Berlín en Radiocable y de vez en cuando tuiteo
algo relacionado con lo que se esté comentando en el programa. Luego me calzo
la ropa deportiva y me voy a sudar un poco, que no veas lo bien que viene
oxigenar el cerebro y la sangre de buena mañana. Y ya sí, después del ritual
matinal, me siento ante el teclado y lo que surja. Bueno, no realmente. Llevo
una planificación de los temas sobre los que quiero escribir, pero como
comprenderás, cuando aparece algo sobre lo que “necesito” escribir, aparco el
cajón de sastre y me pongo en modo agenda-setting. Deformación profesional,
supongo.
"Maldito síndrome de Estocolmo es una historia sobre el amor y los prejuicios, sobre las primeras decepciones de juventud, sobre los miedos que nos atenazan y nos obligan a fingir ser lo que no somos."
M.B.Vigo: Has empezado a realizar
"Podcast" sobre algunas de las entradas de tu Blog. Además de leerte,
podemos disfrutar de tu voz. Por cierto, para informarte, ¿televisión, prensa o
radio?
C.S.: Televisión jamás. La tele es
sólo puro entretenimiento e información demasiado procesada. De la radio me
quedo con las tertulias porque cuando te encuentras a algún periodista valiente
y culto, un perro de presa de los poderes fácticos y no un adulador al servicio
del grupo editorial de turno o gran corporación al que pertenezca su medio, se
aprende muchísimo. Eso sí, la figura de contertulio se ha desacreditado a sí
misma hasta el punto de haberse convertido -y hablo en general- en la de un
espécimen que padece de verborrea crónica, de estos que abundan ahora por
doquier, que parecen saber de todo, que encima son maleducados e irrespetuosos,
porque eso genera polémica, y la polémica vende, y para colmo nada objetivos; pero
los hemos encumbrado porque hablan por la radio o salen por la tele. La prensa
digital me gusta cada vez más y es lo que acostumbro a utilizar para
informarme. De las noticias suelo leerme sólo lo principal y sólo las que me
interesan; en cambio me considero una devoradora de las columnas de opinión,
las entrevistas a personajes de interés, sean célebres o no, y de los
reportajes sobre grandes temas olvidados.
M.B.Vigo:
Hagamos un hueco para la literatura, que es lo que nos trae aquí. Te defines
como escritora en "Fase Beta". ¿Quién es la escritora que se esconde
tras ese carisma tan particular? ¿Puedes contarnos alguna cosita sobre ese
proyecto que te traes entre manos?
C.S.: Puedo y con mucho gusto lo haré,
mi querida Miriam. Me defino como escritora en fase beta porque todavía no he
publicado nada, no porque no me considere escritora; yo soy escritora desde que
mis dedos se convirtieron en esclavos de mis pensamientos siendo yo muy niña.
Llevo aproximadamente un año y medio escribiendo mi primera novela, Maldito síndrome de Estocolmo, que
espero -por mi salud emocional y la de mi pareja -acabar y publicar en los próximos
meses, antes de que termine 2016.
M.B.Vigo: No nos extrañaría que en tu
próxima obra literaria encontrásemos un fuerte contenido de crítica social...
¿no? ¡Incluso sería decepcionante lo contrario!
C.S.: Me alegro mucho de que lo veas
así, porque en efecto, es como será. Maldito
síndrome de Estocolmo es una historia sobre el amor y los prejuicios, sobre
las primeras decepciones de juventud, sobre los miedos que nos atenazan y nos
obligan a fingir ser lo que no somos. Pero también es una historia muy actual
sobre la precariedad laboral, sobre las exigentes rutinas del trabajo en una
oficina y cómo éstas son capaces de alienarnos, sobre el elitismo y el
nepotismo que se respira en las grandes corporaciones, y en particular en las
compañías farmacéuticas -que es donde se desarrolla la acción de la historia-,
que además carecen de completamente de ética, como la mayoría de empresas de
gran envergadura.
M.B.Vigo: En los últimos meses, me
imagino, te habrás movido en los caóticos círculos de la literatura
independiente. ¿Qué aire se respira? ¿Qué has encontrado en esta nueva
vertiente literaria?
C.S.: ¡Te he encontrado a ti y eso es
muchísimo más de lo que esperaba! Pero requiebros aparte, he visto mucho
talento escondido. Personas que sienten y sangran cada palabra que escriben,
con historias verdaderamente emotivas, bien construidas, de narrativa muy
bella. De esas que si no te lo cuentan, pensarías que han sido escritas por un
autor consolidado. Y eso me ha provocado una explosión de placer y esperanza
inmensa. Pero no te voy a engañar. El hándicap de la autoedición es que no hay
una criba cualitativa. Hay muchísimas obras de poca calidad firmadas por
personas que se dicen escritores, pero desde mi humilde punto de vista,
escribir no necesariamente implica ser escritor. Y eso deshonra a tantos y
tantas que sí tienen talento que me cabrea bastante, sinceramente.
M.B.Vigo: Pregunta de cierre: para
escribir es imprescindible ser un buen lector. ¿Qué libros preciados
encontramos en la estantería de Carmen Sereno?
C.S.: Últimas
tardes con Teresa, de Juan Marsé; Nada,
de Carmen Laforet; La busca de Pío
Baroja; Coplas por la muerte de su padre,
de Jorge Manrique; Artículos de
Mariano José de Larra; Sonetos, de
William Shakespeare; Libertad, de
Johnathan Franzen; El guardián entre el
centeno, de J.D. Salinger, After Dark,
de Haruki Murakami; Crónica de una muerte
anunciada, de Gabriel García Márquez; El
camino, de Miguel Delibes; El viejo y
el mar, de Ernst Hemingway; Intimidad,
de Hanif Kureishi; La ciudad de los
prodigios, de Eduardo Mendoza; La delicadeza, de David Foenkinos; Shanghai Baby, de Wei Hui; Estupor y temblores, de Amélie Nothomb; 99 francs, de Frédéric Beigbeder; Como agua para chocolate, de Laura
Esquivel; El animal moribundo, de
Philiph Roth; Cumbres borrascosas, de
Charlotte Brontë; Orgullo y prejucio,
de Jane Austen; Ébano, de Ryszard
Kapuściński; Zen, de Ray Bradbury; La trilogía de Nueva York, de Paul
Auster; El hombre en busca de sentido,
de Viktor Frankel.
Por supuesto, en
mi estantería hay cientos de libros más, pero todos estos, de alguna manera u
otra marcaron un antes y un después en mi vida.
M.B.Vigo: Muchas gracias por tu tiempo,
Carmen... Espero que podamos tener muy pronto nuevas noticias sobre tu proyecto
literario. ¡Mucha suerte!
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