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viernes, 18 de marzo de 2016

#LITERATURA: Al faro, la luz que apaga la vida // *****


Virginia Wolf está por encima de cualquier consideración crítica. Es imposible realizar una reseña, sin que mis sentidos se abrumen por los sentimientos y realidades que se materializan al leerla, al deleitarme en sus letras, y al abrazarlas con fuerzas. No se puede "leer" a Wolf, tan sólo se puede escuchar su latir con fuerza, tan sólo se puede sentir, sentir, sentir. Sentir cómo hiere y cómo se infla de dicha, sentir tan dentro que desgarra el alma.

Con un fuerte componente autobiográfico, la novela nos traslada a la vida de los Ramsay, recayendo la mayor parte del peso de la trama en la madre y esposa de la familia. El hilo argumental está, prácticamente, desprovisto de acción o de diálogo. Se basa en pensamientos, apreciaciones, divagaciones, angustias, miedo, filosofías... de los diferentes personajes que intervienen en el mismo. Wolf, con una narrativa compleja y poética, ahonda en temas importantes para ella cómo lo son la vida, el paso del tiempo, la maternidad, el matrimonio o el arte. Con brillante destreza, a ratos con desaliento, enfocando al mar y al eterno rugir de las olas (Las Olas, un tema muy recurrente en la escritora), la señora Ramsay contempla el mar, y el faro. Y piensa en la soledad de encontrarse en esa isla. 

Es la belleza, y las imágenes metafóricas ahí plasmadas, donde radica el arte y la genialidad de "Al faro". El enfoque de la cotidianidad de la vida, con asuntos del alma sumamente trascendentales. ¿No es a caso cómo funcionan los seres humanos? El transcurrir de las horas, y su efímera realidad, entre pensamientos, y diálogos extraños, y diálogos mudos. Es apabullante y asombrosa la forma en la que crece y nace, se expande, la creación de Wolf. Una narrativa modernista, tan personal y tan especial, que parecía intensificarse a cada nueva obra de la escritora.

El faro, al faro, que pareció convertirse en una obsesión poco clara de la señora Ramsay. Especial mención el personaje de Lily Briscoe, y su eterna tortura con la pintura. La pintura, el arte y la necesidad de crear. Sus creaciones, precisamente, parecen ser incomprendidas. Lily teme tanto a la crítica de sus creaciones como teme la señora Ramsay la negativa de su marido de visitar el faro. Creo que entre estos dos personajes femeninos se crea el mensaje que Wolf quería transmitir, a modo de experimento, o de grito, de de denuncia.

Hay muchísimos análisis de la obra. Pero yo tan sólo palpo angustia, desesperación y detención. La novela se encuentra detenida en dos puntos claves de la vida, y baila entre ellos. Virginia Wolf estaba torturándose mientras escribía, se desahogaba pensando sólo en ella y no en el lector. Tal vez por eso su lectura resulte tan compleja... y tal sumamente hermosa.


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