De la novela de la autora de "El talento de Mr. Ripley", Patricia Highsmith que publicó "Carol" (El precio de la sal) bajo un pseudónimo por su temática, cuya editorial no aceptó en un primer momento: la trama se centra en un romance lésbico intergeneracional. La historia que la misma autora cuenta en el prólogo de las ediciones posteriores cuando, al fin, su editor le permitió firmar la obra con su nombre y apellido, es tan atractiva e increíble que no puede más que acrecentar la leyenda tras esta obra tan brillante, atrevida y diferente.
Solo cabe preguntarse por qué se ha tardado tanto en adaptar a la gran pantalla, por qué se ha tardado tanto en darle una oportunidad a esta historia cargada de desafíos, de tensión, de amor del que explota, de belleza y de crudeza. Tal vez los prejuicios, tal vez es que todavía son temáticas difíciles de digerir para el cine. Lo único que parece claro es que fue la aclamada "La vida de Adele", ganadora del prestigioso premio de Cannes, lo que empujó a Todd Haynes a presentar "Carol" al festival, pues parece que el romance entre dos mujeres promete cierta gloria en las pantallas. Y no se ha equivocado.
Mucha era la expectación de los amantes del cine y también de la literatura entorno a cómo sería la adaptación de la novela. Creo que el conocer quiénes interpretarían a las actrices principales fue una absoluta maravilla: Cate Blanchett como "Carol" en la que probablemente sea una de las más bellas y frívolas interpretaciones de su carrera; y la adorable y extraña Rooney Mara, que interpreta a la joven Therese. La definición de ambas mujeres es clave para comprender la profundidad de la historia. Carol es una mujer atada a un matrimonio del que quiere huir, con una hija bailando entre ambos lo que la sitúa en una tesitura delicada. Sofisticada, llamativa y rodeada de cierta amargura, acude a los grandes almacenes donde trabaja Therese sin mucho afán, una muchacha de mirada despierta y de pocas palabras, que encontrará en los ojos de esa mujer rubia con guantes un frente abierto desconocido hasta entonces, que llenará de estrellas su anodina rutina.
El desarrollo del film es peculiar, y me ha encantado. Ambientada en los difíciles años 50, parece estar grabada también en aquel entonces. Planos alejados, cortados en repetidas ocasiones. Carreteras interminables y cielos despejados. Hay muchos silencios, pero también una poderosa Banda Sonora para acompañar las múltiples escenas intensas e inolvidables en nuestras retinas y en nuestros corazones.
Pero sin lugar a dudas, donde recae el alma de la actuación es en los diálogos, que también hablan con las múltiples miradas entre las actrices, que tienen una química innegable y tierna. Muy tierna. Más allá de la tensión sexual, es puro cariño, de ese que no se desea tener pero que es más fuerte que cualquier otra cosa. Ambas mujeres están perdidas, y buscan encontrarse la una en la otra, pero tal vez eso sólo las empujará a un laberinto más negro y más oscuro.
La homosexualidad en los años 50 casi podía considerarse un delito, una repudia social a lo que ambas deben enfrentarse. Los fantasmas y los demonios andan cerca, despertarse y comprenderse a una misma no resulta sencillo. El guion parece comprender a la perfección este extraño y fascinante viaje personal, que puede equiparse al largo viaje en coche hacia ningún lugar en concreto. La delicadeza y la belleza están servida, con mucho cariño y mucha verdad. La sencillez no está reñida con la gran profundidad y complejidad real de "Carol".
Simplemente brillante y bella esta joya del cine. Una fiel interpretación de la novela de Patricia Highsmith que, sin lugar a dudas, es una de las grandes apuestas del cine que abre nuevos frentes.
Gracias por estas películas tan necesarias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario