"Puedo asegurar que desde la primera palabra hasta el punto y final (y esto me ha ocurrido tanto en ésta como en la otra novela) no he utilizado ningún método específico, y me he dejado llevar por esa voz interior"
Ningún detalle de la biografía de la autora se deja entrever en la ficha de Amazon de 'El juego de los videntes'. Firmada con la inicial de su nombre y su primer apellido, M. Martínez, parece que lo de esta escritora barcelonesa es mantener cierto halo de misterio. Precisamente, esta bruma de suspense es la que acompaña cada una de las páginas de su novela 'El juego de los videntes'.
M.B.Vigo: Bienvenida a 'Las mentiras que escribí', Míriam.
Es un placer recibirte en mi blog después de haber reseñado tu novela.
M.M.: El placer es mutuo. Gracias a ti por la entrevista y, sobre todo, por tan
estupenda reseña.
M.B.Vigo: Resulta casi innegable que el juego de locura que
forma parte del argumento principal de tu novela 'El juego de los videntes' es
complejo, extraño si me permites, y muy original, tanto en el contenido como en
la forma empleada para dar vida a la historia. ¿De dónde surge una
novela tan moderna que, a la vez, tiene matices de la literatura más clásica?
M.M.: A decir verdad, leo mucho menos de lo que debiera, pero para mi segunda
novela, El juego de los videntes, hice caso a la clásica recomendación: “lee a los
grandes”; y me puse manos a la obra. Así fue como, al tiempo que llevaba a cabo
las correcciones, eché mano de narrativa de distintas épocas e hice los deberes.
Incluso me compré una pizarra para tomar notas. Imagino que de ahí, como bien has
sabido ver, que se diferencie la influencia de varios estilos. Lo de cómo surge
la historia te lo contesto en la siguiente pregunta.
M.B.Vigo: Es como una muñeca rusa. Hay una novela dentro de
otra novela, incluso podríamos hasta adivinar una tercera. Un reflejo que, desde
luego, carga de riqueza literaria y de recursos a la obra. ¿Cómo has podido
desarrollar estas historias? ¿Cómo es tu forma de trabajar?
M.M.: Para mí fue todo un descubrimiento saber que se distinguen dos tipos de
escritores: el de brújula y el de mapa; pues antes de conocer tal curiosidad,
creía que mi método era cero profesional, sin embargo, algunos grandes aseguran
ser escritores de brújula, es decir, que se dejan llevar por la historia a
medida que escriben, sin previo guion. Aunque, y sobra decir, luego vienen los
arreglos —a veces interminables— del borrador y ahí eres tan mapa como los “mapa”. Con
todo, puedo asegurar que desde la primera palabra hasta el punto y final (y esto
me ha ocurrido tanto en ésta como en la otra novela) no he utilizado ningún
método específico, y me he dejado llevar por esa voz interior, algo así como si
me limitase a transcribir lo que “alguien” me dicta. En cuanto a las subtramas,
sí que hago uso de un documento Word o folio donde anoto fechas y sucesos
claves para llevar un orden y evitar errores en la historia. Lo curioso aquí es
que, lo que a mí me resulta casi imposible, cosa de magia, es pararme a pensar sobre
qué tratará la novela y cómo se desarrollarán los capítulos.
Respecto a rituales: pies
descalzos, incienso, escribir solo de noche… y otras manías varias, nada. Mentira,
alguna sí que tengo. Por ejemplo, el número de páginas. Siempre intento que sea
impar, pero cuando edito el contenido y cambia a par, debido a un salto de
página o por añadir o suprimir algo, a veces desisto. Sin ir más lejos, en
estos momentos ambas novelas cuentan con un número de páginas par (quizá haga
por cambiarlo). Eso sí, he de trabajar en silencio, sin música, a menos que ya
ande por las correcciones, en ese caso me lo puedo permitir, pero con el
volumen muy bajo. Tanto puedo hacerlo sentada en la silla del escritorio,
dejándome la espalda, como tumbada en la cama o el sofá, dejándome la espalda
también. Lo único indispensable es el café y mi paquete de cigarrillos. Ya veremos
si algún día suprimo esto último.
Lo que sí aconsejo es dejar
reposar la novela unos días antes de ponerse con las últimas correcciones. Pues
como decía Hemingway: “El primer borrador de cualquier cosa es una mierda”; vale,
puede que una mierda no, pero a buen seguro hay que pulirlo lo suficiente.
M.B.Vigo: En cuanto a la ambientación, parte de la
trama se desarrolla en Italia (creo que esto está estrechamente relacionado con
la precuela) y la otra en tu tierra, Barcelona. No es que los escenarios
elegidos tengan vital importancia en la trama, aunque me gustaría conocer si
existe alguna razón por el cuál has seleccionado estas ubicaciones. Además de
decirme si, como escritora, sueles disfrutar más de utilizar ciudades en las
que hayas estado o, por el contrario, dejar volar la imaginación.
M.M.: El juego de los videntes es la continuación de “Sabrás perdonarme”, si
bien ambas novelas pueden leerse por separado. Dicho esto, aclarar que, pese a
que la trama principal de “Sabrás perdonarme” es ficción, existen pasajes que
son parcialmente autobiográficos. Detallo. Viví durante un tiempo en un pueblo
cercano a Caldes de Montbuí con mi expareja, al igual que la protagonista; el
viaje a Roma que realiza en solitario también es una vivencia personal (si bien
los acontecimientos ocurridos durante el mismo son ficción), lo mismo que ciertas
experiencias que relata, las cuales algunas contienen retazos de realidad. Por
otro lado, mi ciudad natal es Barcelona, ciudad donde he vivido por varios
años. De manera que, supongo que es por estos motivos por los cuales la trama
se sucede entre estas ciudades, principalmente.
En cuanto a los pueblos italianos
que aparecen en El juego de los videntes, hube de documentarme, ya que a
excepción de Roma y Bomarzo (de este último en “El juego” solo se hace mención),
no he tenido el placer de visitar ninguno. La idea de la Costa Amalfitana es
debido a que, como buena mediterránea, me dejé seducir por el rollito idílico
de que los protagonistas viviesen en una casa cerca del mar (algunos caprichos
me permito cuando escribo). Pompeya me atrajo por su historia, motivo por el
cual decidí incluirla en la novela.
M.B.Vigo: Hablemos, si te parece, de los personajes. Por un
lado, Fausto y Ana que se nos presentan con una pareja idílica, muy cariñosa y
muy bien compenetrada. Por otra parte, Pedro y Matilde que tienen una relación
muy estrecha con los protagonistas. Además, Iván y Aarón. ¿Qué podrías decirnos
de cada uno de ellos? ¿Cómo ha sido el proceso de darles vida?
M.M.: Prefiero obviar que Ana, la protagonista, es mi alter ego, ya que no es
del todo cierto, pues a medida que iba creciendo en la historia le atribuí
características que nada tienen que ver con mi persona, aunque otras tantas son,
en parte, un reflejo de mi personalidad. Quepa decir que ambas novelas entran dentro
del género thriller psicológico, de modo que los pensamientos e inquietudes de
los protagonistas juegan un papel primordial, sobre todo en Sabrás perdonarme.
Para Fausto me inspiré en una
persona cercana a mí, aunque, como sucede con Ana, su personaje es ficticio casi
en su totalidad, pese a que he conocido a personas con dones similares a los que
él posee. Su compenetración es primordial en la trama, y aunque la diferencia
de edad es generosa (15 años) no impide que compartan su vida más allá de lo
que ése pequeño hándicap pueda significar.
Pedro ya aparece de manera muy
fugaz en la primera novela, y en ésta cobra una notable importancia. Pedro es
uno de los mejores —y pocos— amigos de Fausto, casi un padre para él, además de
su médico particular (pues antes de cruzarse en la vida de Ana, Fausto cosecharía
una gran fortuna como ingeniero, pese a que más tarde se daría cuenta de que ese
dinero no iba a solucionar su descorazonada vida). Matilde, la mujer de Pedro,
una señora dedicada en cuerpo y alma a su esposo, aparece por vez primera en El
juego de los videntes. Una mujer elegante, comprensiva, que mantiene el
atractivo de su juventud y que solo tiene ojos para su esposo.
Aarón e Iván, ¿qué decir de
ellos? Empezaré por Iván. Iván, tal y como ocurre con Pedro, aparece de manera
fugaz en la primera novela, al principio y al final, para ser más exactos. Ya
en “Sabrás perdonarme” es un personaje que, pese a apenas formar parte de la
trama, contribuye a mantener el misterio, pues hasta el final de la historia se
desconoce quién es, ni tan siquiera si es real o forma parte de la acentuada
imaginación de Ana. Sin embargo, en El juego de los videntes pisa fuerte,
convirtiéndose en uno de los protagonistas principales. Iván es un agente de
los Servicios de Inteligencia Italianos que más tarde le ascenderán a comisario
jefe. De carácter reflexivo y solitario. En la quietud de su anodina vida
personal, tiene la suerte o desgracia de cruzarse en la de Ana (esto ocurre en
Sabrás perdonarme y se desarrolla en El juego de los videntes), de la cual quedará
completamente eclipsado. Lo mismo le sucede con Aarón, un extravagante señor
que dice ser escribano. Desde que ambos coincidan en la Plaza Real de Barcelona,
darán vida una extraña colaboración profesional que, sin ningún género de
dudas, cambiará por completo la vida de ambos y la concepción que tienen de la
misma.
Por último Aarón, y casi me
atrevería a decir que mi punto débil. Aarón es para mí la clave de todo. Un
personaje que atrae y repele a partes iguales. Una fuente de sabiduría, un
ermitaño de extravagante personalidad y maneras. Alguien que presume de estar
de vuelta de todo, que poco le importan los formalismos y la forma de proceder
según lo socialmente correcto. Aarón es la piedra filosofal que presume llevar
la batuta de la historia, pese a compartir protagonismo con Ana, Fausto e Iván,
y quien presume, a su vez, de tener el mando de la situación e ir deshilvanando
la trama según se le antoje. No olvidemos que es el autor de El juego de los
videntes: una novela dentro de otra novela.
M.B.Vigo: ¿Con cuál de tus personajes, en relación con la
pregunta anterior, podrías sentirte tal vez más identificada?
M.M.: Sería un desatino por mi parte decir que con
Aarón, no obstante, su personalidad consigue fascinarme —es el personaje con el cual más he disfrutado al
darle vida—. Así que te diré Ana, que si bien
no es una fotocopia mía, como ya apunté antes, cuando nació en Sabrás perdonarme
de manera casi inevitable fui atribuyéndole rasgos de mi personalidad. Aunque
si desgrano la respuesta: con Ana me sentía identificada tiempo atrás en cuanto
al caos que gobierna, o gobernaba, su mente (pues en El juego de los videntes
presento a una Ana mucho más madura), con su sinceridad y su tendencia a las
dudas. Con Fausto, en su capacidad de reinventarse, su determinación cuando
algo le importa de verdad y con su honestidad.
M.B.Vigo: La inspiración en otras obras u otros artes es
fundamental a la hora de desarrollar la creación. ¿De dónde nacen tus musas
para darle vida a 'El juego de los videntes'?
M.M.: En cuanto a mi método, como dije antes, dejo que la historia me
encuentre. Respecto a los deberes y fuentes de inspiración diré que durante las
correcciones de El juego de los videntes me empapé, en su mayoría, de Haruki
Murakami.
M.B.Vigo: Tú ya has publicado otras obras, así que ya
estarás familiarizada con cómo funciona este mundo de autopublicarse. ¿Cómo ha
sido tu experiencia en este sentido y que consejos podrías darle a otros
escritores emergentes?
M.M.: Mi experiencia no es ni buena ni mala. En lo que a las críticas se
refiere, no me puedo quejar, pero ocurre que las ventas son escasas, lo que reduce
el número de opiniones. He de reconocer que soy bastante negada para esto del
márquetin, y hoy en día los autores indies que optamos por la autopublicación
tenemos que ser un poco de todo: escritores, correctores, managers, activos en
las redes… Cuando terminé mi primera novela, “Sabrás perdonarme”, me tropecé
con la ilusión de presentarme a dos certámenes, de esos que tienes que enviar
dos originales en papel, y esperar entre seis y ocho meses para llevarte el
gran fiasco (en mi caso, claro). Luego contacté con varias editoriales de
coedición —aunque muchas omiten el “co”—, las cuales me respondían en apenas dos semanas
(luego de haberles enviado un manuscrito de más de cuatrocientas páginas), y a las
que, casualmente, a todas les parecía que mi obra era de una calidad literaria
muy buena, que apuntaba maneras, que tenía futuro... Pues sí que se me da bien
esto de escribir, ¿no? ¿Me explico? Por lo que al final, aconsejada por un
amigo, me decanté por el gran gigante de Amazon; y ahí seguimos. Pienso que,
después de todo, coedición o no, papel o digital, si no tienes detrás un agente
literario o una editorial con nombre que apueste por tu obra el trabajo de saber
promocionarse corre de nuestra parte.
M.B.Vigo: Y, por último, ¿Podrías decirnos si estás
trabajando en nuevo proyecto?
M.M.: Por el momento estoy en, un todavía no sospechoso, standby. Cuando me
visiten de nuevo las musas, como suele decirse, no dudes que te lo haré saber.
Un saludo Miriam, y gracias por
dedicarme esta entrevista.
¿Cuál fue la razón por la que ella hizo esta novela, que la inspiró?
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