Tiene muchas cosas que podrían tacharse de buenas, incluso notables en algunos aspectos. Podría decir que el simple hecho de que se trate sobre un film sobre la increíble vida de Stephen Hawking le da notoriedad. La ambientación inicial universitaria es muy atrayente, crea un círculo completamente adecuado y bastante logrado en cierta parte. Las interpretaciones de Eddie Redmayne y Felicity Jones son espectaculares, sencillamente, una maravilla en la gran pantalla. Escenas puntuales visualmente sublimes, sentimentalmente máginas, humanamente fulminantes. Y, por supuesto, un complejo (o casi) reflejo de la psicología de los personajes.
Fuera de esto, encontramos dispersión. La película avanza con fotogramas cortos, dinámicos. Los hechos, algunos, transcurren muy deprisa, tanto que a veces es complicado que nos de tiempo a cuajar lo que acabamos de sentir, cuando ya tenemos que enfrentarnos a lo siguiente. Hay cierta frialdad en la emotividad que se pretende mostrar, una frialdad que molesta, que chirría. También chirría el afán de causar la lágrima fácil, esa que toca el corazoncito (media sala de cine estaba llorando prácticamente al empezar), sin querer reflejar del todo que se trata de una extraordinaria historia de superación, sin querer reflejar que se trata de la extraordinaria historia de Hawking.
La referencias científicas son vagas. Buscan crear una hermosura trascendental que cruje, que no termina y que queda muy patética. Supongo que a los fans de Hawking les dolerá ver que en la película todo lo achaca a un poco de suerte (aunque a veces se acuerdan de mencionar que estamos ante un hombre con una mente privilegiada) al remover la leche en el café. Quien busque ver cómo se ahonda en la 'Teoría del Todo' que se compre en el fnac 'El mundo en una cáscara de nuez'.
Los amantes de las películas románticas estáis de enhorabuena. El amor se dispara por todos los poros de la piel, es el motivo máximo y primero de todos los hechos acontecidos. El amor desinteresado, el amor sufrido, el amor que todo lo otorga, que todo lo calla, que todo lo permite. El amor entre un hombre entregado a la ciencia y una mujer temerosa de Dios. Y ni siquiera, ni siquera esa brillante contraposición, es capaz de brillar en el guión. Sí, por momentos introduce pequeños debates sobre Dios, la creación, el Universo, pero al rato se les olvida y volvemos a otra cosa. Terriblemente decepcionante.La mujer, eso sí, juega su papel de mártir (como buena cristiana).
Por lo restante, los diálogos son en su mayoría torpes y densos. Las interpretaciones de los personajes secundarios están muy alejadas de la calidad de los protagonistas, y la figura de los hijos están muy alejada de que parezca formar parte de la vida real de Hawking y su mujer. Resulta, además, aburrida la búsqueda constante del drama, del drama de una situación que en efecto, sí, es un drama... pero reflejado de forma muy fríviola, buscando 'lo fácil' y huyendo de la complejidad real.
Stephen Hawking todavía sigue buscando una ecuación 'del todo'. Yo todavía intento asimilar qué pretendía el director (James Marsh) con esta película.
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